Si nos fijamos un poco, cada día podemos observar detalles que nos muestran cómo nuestros hijos e hijas siguen una lógica diferente a la que podríamos haber seguido nosotros cuando teníamos su edad, como cuando el primer instinto de un niño que todavía no va ni al colegio es tocar las pantallas, antes que un pequeño teclado porque es lo que ha visto desde el primer momento y da por sentado que todas las pantallas son táctiles. Todos ellos son nativos digitales, conviven con la tecnología desde que llegan al mundo y su futuro va de la mano de esta tecnología, por lo cual es cada vez más necesario que aprendan a controlarla, a entenderla y a sacarle provecho.
En este contexto, aprender programación es cada vez más imprescindible de cara al futuro laboral con el que se encontrarán estos niños y niñas. Sin embargo, más allá de la necesidad que puedan tener a largo plazo, aprender a programar durante la infancia aporta muchos beneficios durante el camino que les ayudan a desarrollar habilidades transversales que les resultarán muy útiles a lo largo de su vida, tengan o no una carrera profesional totalmente tecnológica. Así, a corto plazo, podemos observar cómo los niños que aprenden programación empiezan a pensar, reflexionar y ordenar sus ideas de manera diferente:
En primer lugar, aumenta su capacidad de razonamiento y empiezan a ser más rápidos y eficientes a la hora de descomponer y resolver problemas, tanto en el ámbito escolar como en otros aspectos de su día a día. Además, esta habilidad de relacionar conceptos y encontrar un orden lógico para todo les ayuda, por ejemplo, a mejorar su comprensión lectora o aprender un idioma extranjero, dos aspectos que no están relacionados con la ciencia y la tecnología.
En segundo lugar, cuando aprenden a programar, construyen sus propios proyectos desde cero y siguiendo el camino que ellos eligen (no hay una solución única para todo), lo cual regala un impulso a la imaginación y la creatividad de los niños, que se divierten y cada vez tienen más y mejores ideas. Estas ideas que quieren llevar a cabo les suponen retos constantes, por lo que siguen trabajando y desarrollando constantemente su capacidad de resolución de problemas de la que hemos hablado en el punto anterior.
A su vez, la resolución de todos estos retos que se les presentan les exigen cierto nivel de esfuerzo. Los problemas que tienen que superar cuando aprenden programación tiene un grado de dificultad que obliga a los alumnos a estar atentos y concentrarse en lo que están haciendo. A medida que avanzan en su aprendizaje y entrenen estas habilidades, aumenta su capacidad de atención y de concentración, como también lo hace su memoria.
En cuarto lugar, la programación les ayuda a dar forma y crear en la vida real las ideas que tienen, de modo que ellos mismos pueden satisfacer las necesidades que surgen de sus propias inquietudes: un niño que sepa programar puede crear su propio videojuego y mejorar exactamente como él quiere los videojuegos a los que ha jugado y en los que encontraba puntos flacos, pero también puede crear una web sobre un tema que le apasione o puede dar forma a un personaje que tenga en la cabeza mediante la impresión 3D.
Siguiendo en esta misma línea, cuando acaban de materializar estos proyectos que crean ellos mismos, inevitablemente se sienten satisfechos de su propio trabajado y de sus resultados. En consecuencia, aprender a programar también mejora la confianza en uno mismo y la autoestima de los niños y niñas, que ven cómo sus esfuerzos tienen recompensa y se dan cuenta de todo lo que son capaces de hacer por ellos mismos.
Por otro lado, en los centros Codelearn fomentamos el trabajo en equipo con el resto de alumnos, lo cual añade un componente social al aprendizaje de la programación, pero además ayuda a los alumnos a desarrollar una habilidad tan importante como el trabajo conjunto, que les será muy útil a lo largo de su vida personal y profesional.
Para finalizar, existen pocas cosas tan importantes en la vida como tener un pensamiento crítico. Los niños y niñas que aprenden programación están entrenando constantemente su pensamiento crítico, ya que tienen que encontrar diferentes caminos y seguir las lógicas que sean más adecuadas para terminar resolviendo problemas de manera efectiva. De este modo, gracias a la programación también pondrán en duda todo lo que se les diga en su día a día y reflexionarán más sobre cualquier tema para sacar sus propias conclusiones.