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Los avances tecnológicos que se produjeron durante la primera mitad del siglo XX aceleraron el nacimiento de la informática. Partiendo de las bases establecidas desde la invención de la máquina de Babbage, contando con la experiencia en el uso de calculadoras de sobremesa, añadiendo más tarde las bases materiales procedentes de la tecnología telefónica y con la motivación bélica del ejército norteamericano, que necesitaba producir nuevas armas de artillería durante la Segunda Guerra Mundial, el único elemento que faltaba para completar la ecuación y avanzar hacia la creación de los ordenadores tal y como los conocemos era la electrónica.

En este contexto, en la Universidad de Pensilvania (EEUU), el físico John W. Mauchly y el ingeniero electrónico John Presper Eckert desarrollaron el proyecto de una máquina que sería contratada por los laboratorios de investigación sobre balística, los llamados BRL (Ballistic Research Labs), a causa de sus necesidades de cálculo. Entre las múltiples herramientas de cálculo que contrataron, esta máquina demostró ser la más rápida, por lo que invirtieron hasta 400.000 dólares para acabar de desarrollarla. Así fue como nació el ENIAC (Electronic Numerical Integrator and Computer), el primer ordenador electrónico digital de propósito general.

Construido secretamente durante la guerra, poco a poco fue evolucionando desde el proyecto inicial, una máquina que debía estar especializada en resolver cálculos balísticos, hasta una máquina universal que sería capaz de ejecutar de manera automática otras tareas rutinarias. El ENIAC fue lanzado públicamente en 1946, cuando la guerra ya se había terminado: tenía 18.000 tubos electrónicos, pesaba 30 toneladas, ocupaba una planta entera de 167 m² y consumía mucha energía eléctrica. Todavía era decimal y relativamente modesto en cuanto a su memoria, pero a pesar de todo era capaz de realizar cálculos mucho más rápido que cualquiera de las máquinas que le habían precedido; podía realizar 5.000 sumas por segundo y conseguía hacer en solo una hora de trabajo lo que podían hacer juntas en dos meses todas las calculistas que habían trabajado para el BRL. Ahora que finalmente se había acabado la guerra, el ordenador pasó a utilizarse dentro del ámbito científico con finalidades de investigación.

La invención del ENIAC fue un punto de partida para el desarrollo de la primera generación de ordenadores digitales. La máquina demostraba la viabilidad de la computación electrónica y fue la base de muchos otros proyectos posteriores. Cuando el ENIAC llevaba un año en funcionamiento, en 1947, se fundó la ACM, una asociación profesional creada para afrontar el surgimiento de una nueva profesión y compartir ideas sobre las posibles aplicaciones de los ordenadores digitales y sobre cómo habría que hacer frente a IBM si tomaba el control de la profesión. Efectivamente, al mismo tiempo que la gran empresa de tabuladoras pasó a comercializar calculadoras electrónicas, también intentó reaccionar contra la popularidad del ENIAC con una máquina propia llamada SSEC (Selective Sequence Electronic Calculator), que no estaba a la altura de la primera pero que sirvió en parte como obstáculo para conseguir que la facultad de Moore no dejase que Mauchly y Eckert patentaran el ENIAC como invención propia, motivo por el que se fueron de la escuela para fundar su propia empresa y poder comercializar y patentar sus ideas. El proyecto ENIAC quedó huérfano y desde ese momento fue quedándose atrás, hasta que en 1955 se apagó definitivamente.

La comercialización de los primeros ordenadores

Mientras tanto, a lo largo de los años siguientes Mauchly y Eckert trabajaron en varios proyectos que partían de las bases de su primera máquina. Algunos de estos proyectos no terminaron de ser desarrollados, mientras que otros, como el BINAC, un ordenador binario que fue el primero con CPU dual, fueron claves y sirvieron para hacer pruebas tanto a nivel de construcción como a nivel de programación. Después del BINAC, llegó el segundo proyecto de estos dos técnicos: el UNIVAC, el primer ordenador vendido comercialmente. Ya no respondía solo a necesidades de cálculo, ni a un uso restringido a los ámbitos militar y científico, sinó que estaba pensado también para la administración, un terreno que había estado dominado por las tabuladoras.

A pesar de que IBM tuvo la oportunidad de financiar el UNIVAC cuando su principal mecenas murió en un accidente, Thomas Watson rechazó la propuesta de Mauchly y Eckert porqué no creía (como tampoco lo creían los informáticos de la época) que los ordenadores tuvieran potencial a nivel comercial, por mucho que fueran revolucionarios, ya que solo se necesitarían unos pocos ejemplares. Sin embargo, más allá de utilizarse en las oficinas del censo norteamericano, en 1954 el UNIVAC se instaló por primera vez en una empresa privada y, poco después, ya eran unas diez empresas (entre ellas IBM) las que empezaron a comercializar diferentes máquinas siguiendo el ejemplo del UNIVAC.

La primera generación de ordenadores, basada en tubos electrónicos como los que utilizaba el ENIAC, está formada por todas estas máquinas que fueron desarrolladas aproximadamente entre los años 1946 y 1956, momento en el que la informática empezó a introducir el transistor, que se había descubierto en 1948, una novedad que hizo aumentar de manera significativa la potencia de cálculo de los ordenadores y marca un momento de cambio y el inicio de la comercialización de los ordenadores de la segunda generación.

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