Codelearn es una escuela de programación, robótica y pensamiento computacional. Como siempre nos hemos descrito de este modo, hoy nos gustaría acercaros a este último concepto, que en los últimos años ha ido ganando popularidad en el sector educativo.
La programación y la robótica son dos grandes aliadas para aprender a pensar de manera computacional y es por eso que, desde el primer día que entran a nuestros centros, en Codelearn intentamos transmitir esta manera de pensar a los alumnos mediante la metodología de aprendizaje que nos caracteriza.
El pensamiento computacional es un proceso mental que nos lleva a buscar soluciones óptimas, eficientes, abiertas y creativas para los problemas con los que nos vamos encontrando, no solo cuando hablamos de tecnología sino en cualquier ámbito de nuestra vida diaria.
Para comunicarse con los ordenadores y poder entenderlos, los informáticos tienen que aprender a pensar como lo haría una máquina: mediante la descomposición, el reconocimiento de patrones, utilizando niveles de abstracción y diseñando a partir de algoritmos. Pero los recursos que nos proporciona este tipo de pensamiento, que podemos adquirir y reforzar cuando aprendemos programación y robótica, son útiles y aplicables para cualquier persona, independientemente de la relación que tenga con la informática, motivo por el que el término pensamiento computacional ha ido ganando peso.
Cuando tenemos un problema y necesitamos solucionarlo, el primer paso a seguir es entender ese problema. Mediante el pensamiento computacional, podemos entender un problema que nos parezca complejo en diferentes partes más simples, reconocer las similitudes que puede tener el problema con otros problemas anteriores que ya hayamos solucionado, centrarnos solo en la parte más importante e ignorar los detalles que entorpecen la búsqueda de una solución y aplicar nuestra propia solución paso a paso, en lugar de intentar llegar hasta el final de buenas a primeras.
Sin que seamos conscientes de que lo estamos utilizando, ante un día en el que tenemos muchas obligaciones y nos parece imposible llegar a todo, el pensamiento computacional nos ayuda a ver el día en diferentes partes o repartir las tareas en función del lugar donde se llevan a cabo, optimizar nuestro tiempo y los recorridos que tenemos que seguir en función de las veces que ya lo hemos hecho, centrarnos en lo más importante que debemos hacer y, liberados de la obligación más pesada, hacer tranquilamente el resto, y acabar trazando un plan sobre qué haremos y cuándo lo haremos de manera que al final del día hayamos tenido tiempo de cumplir con todas las obligaciones que teníamos.
En cambio, si empezáramos a dar vueltas por la ciudad sin pensar, deshaciendo el mismo camino una y otra vez, no tuviéramos en cuenta los horarios que tenemos que cumplir y los horarios de apertura de los sitios, no pensáramos en todos los recursos de los que disponemos (¿Qué transporte puedo utilizar hoy y cuál sería el más rápido? ¿Puedo contar con algún familiar o amigo?) y no supiéramos establecer prioridades, seguramente acabaríamos el día agotados y sin haberlo hecho todo por falta de organización y de optimización de nuestro tiempo.
Esta situación cotidiana, que aprendemos a solucionar cada vez mejor a medida que nos hacemos mayores, es la simplificación de cómo debemos afrontar cualquier tipo de problema, sea simple o complejo, personal o profesional, lúdico o académico: analizándolo, entendiéndolo, relacionando conceptos y diseñando soluciones que nos lleven hasta donde queremos; unas soluciones que podemos modificar y mejorar cada vez y que despiertan nuestra creatividad.
Y es importante destacar este componente creativo y abierto, ya que aprender a pensar de manera computacional no es empezar a pensar y actuar como si fuéramos un ordenador, sino aprender a simplificar los problemas y mejorar nuestras habilidades para solucionarlos de la mejor manera posible, haciendo que enfrentarnos a ellos sea tan fácil (o tan difícil) como organizarnos en un día duro.