Hoy es 11 de febrero y, como cada año desde el 2016, se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. El acceso a las profesiones de los ámbitos científico y tecnológico es todavía muy desigual entre hombres y mujeres, un problema que empieza a notarse mucho antes de entrar en el mundo laboral, en el momento de elegir entre los diferentes itinerarios de estudio en los institutos y las universidades.
La falta de referentes para las niñas y las adolescentes sigue existiendo, aunque en los últimos años se han empezado a visibilizar las historias de muchas mujeres que tuvieron un papel clave dentro del ámbito de las STEM. Hoy hablaremos de algunas de ellas y ampliaremos la lista del año pasado de cinco mujeres programadoras que debes conocer o el primer resumen de seis mujeres históricamente importantes para el sector tecnológico.
Top Secret Rosies
La programación y las matemáticas tuvieron cierto protagonismo durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, especialmente a la hora de implementar nuevas técnicas de espionaje y otros tipos de herramientas de mejora de la estrategia bélica y militar. En 1942, después del bombardeo de Pearl Harbor, el ejército de Estados Unidos contrató a un grupo de seis mujeres matemáticas para programar el ENIAC, uno de los primeros ordenadores de propósito general.
Este grupo era conocido como las Top Secret Rosies y estaba formado por Betty Holberton, Jean Bartik, Kathleen Antonelli, Marlyn Meltzer, Frances Spence y Ruth Teitelbaum. Su contribución hizo que el ENIAC, proyecto construido por los ingenieros John Presper Eckert y John William Mauchly, fuera mucho más rápido y preciso que cualquier otro dispositivo que se hubiera probado hasta el momento. Así, una vez programado, su capacidad para realizar cálculos sobre la trayectoria de los proyectiles supuso una gran mejora en el ataque del bando de los aliados.
Las Top Secret Rosies no solo contribuyeron a poner fin al conflicto con sus aportaciones, sino que además desarrollaron nuevas bases de la programación, ya que en aquella época todavía no existían los lenguajes de programación tal y como los conocemos hoy y el grupo de trabajo tuvo que averiguar el funcionamiento del ENIAC a través de las matemáticas para poder programarlo.
En ese momento, las aportaciones de este grupo no obtuvieron reconocimiento; el éxito del ENIAC solo iba acompañado de los nombres de los dos ingenieros que lo habían construido, pero no se atribuyeron méritos a las programadores que lo habían puesto en marcha. Finalmente, en 2010 su historia se convirtió en un documental bajo el título “Top Secret Rosies: The Female Computers of the WWII”.
Joan Clarke y las mujeres de Bletchley Park
Seguimos en el contexto de la Segunda Guerra Mundial para hablar de Joan Clarke, la única mujer que formó parte del proyecto “Banburismus”, liderado por Alan Turing en Bletchley Park mientras trabajaban para descifrar Enigma, la máquina utilizada por el ejército alemán durante la guerra para encriptar sus comunicaciones.
Cuando Clarke estudiaba matemáticas en Cambridge, el matemático Gordon Welchman detectó su potencial e hizo que se uniera a su grupo de trabajo en Bletchley Park y empezase a trabajar para los servicios de inteligencia de Reino Unido. La criptoanalista británica trabajaba en la sección conocida como Hut 8 (Cabaña 8), centrada en los mensajes emitidos desde los submarinos alemanes, y llegó a ser la subdirectora de esta misma sección.
Sin embargo, no era la única mujer que trabajaba en Bletchley Park. De hecho, un 75% del personal que había allí eran mujeres, aunque la mayoría no formaban parte de los cargos considerados de alto nivel, como la faena de criptoanalista. Había mucha variedad en el tipo de formación de las personas contratadas: lingüística (como en el cas de Mavis Batey), matemáticas (como Ann Mitchell), ingeniería… pero también había personal sin educación superior.
Hasta los años 70 no se empezó a hablar del papel de aquella mansión rodeada de cabañas de madera y de la faena que se había llevado a cabo allí, y hasta el año 2009 el gobierno británico no empezó a otorgar honores al personal. A partir de ese momento, medios de comunicación como la BBC consiguieron entrevistar a algunas de las mujeres que trabajaron en Bletchley Park, muchas de las cuales no habían explicado ni a sus propios familiares esta parte de su pasado.
Rózsa Péter
Nacida en Hungría en 1905, Rózsa Péter fue una gran matemática especialmente conocida por sus contribuciones en el estudio de las funciones recursivas, un campo que empezó a explorar en el año 1930 cuando el matemático László Kalmár, compañero de estudios de Péter, le sugirió que examinase los trabajos incompletos de Kurt Gödel.
Dos años después presentó su trabajo sobre funciones recursivas en el Congreso Internacional de Matemáticos, lo que abriría un nuevo campo de investigación dentro de las matemáticas. Durante los años siguientes publicó varios artículos sobre la misma temática, obtuvo su doctorado en 1935 y formó parte del consejo editorial de varias revistas de matemáticas de alcance internacional.
Péter siempre se sintió atraída por la divulgación y la enseñanza de las matemáticas. “Jugando con el infinito” es un libro destinado al público general que escribió durante la guerra, concretamente durante un periodo de confinamiento en Budapest. Publicado en 1943, muchos de sus ejemplares desaparecieron a causa de los bombardeos, pero se siguió distribuyendo tras la guerra y se tradujo a diferentes idiomas. En esa misma época daba clases particulares y fue profesora en escuelas e institutos; en esa misma línea, a lo largo de su vida también escribió libros de texto para intentar mejorar la enseñanza de las matemáticas en Hungría.
Una vez terminada la guerra, empezó a ser profesora en la universidad, un cargo que ocupó hasta su jubilación, y publicó varios libros, entre los que cabe destacar el primer libro de funciones recursivas (Funciones Recursivas, 1951) o su publicación sobre la aplicación de las funciones recursivas dentro del ámbito de la informática y la relación de estas con los lenguajes de programación (Funciones Recursivas en Teoría de la Computación, 1976). A lo largo de su larga trayectoria recibió varios premios y en 1973 fue elegida como miembro de la Academia de Ciencias de Hungría, un hecho histórico porque fue la primera mujer que entró a formar parte de la misma.
Mary Kenneth Keller
Entramos en el mundo de la informática y es el momento de hablar de la monja Mary Kenneth Keller, que fue la primera mujer que se doctoró en informática en Estados Unidos. Licenciada en matemáticas y con un máster en matemáticas y física, solicitó acceso en la Universidad de Dartmouth, donde hasta entonces nunca habían aceptado a ninguna mujer. Keller fue la primera que lo consiguió en 1958 y entró a formar parte del laboratorio de Ciencias de la Informática. Allí se convirtió en una de las desarrolladoras del lenguaje de programación BASIC, un lenguaje de propósito general pensado para principiantes y creado inicialmente con finalidades educativas.
En 1965, cuando tenía 51 años, Keller obtuvo el doctorado y poco después entró a trabajar en la Universidad Clark de Iowa, en la que fundó el Departamento de Ciencias de la Informática, que dirigió ella misma durante 20 años. A lo largo de todo este tiempo también publicó varios libros y fue una de las fundadoras de la asociación ASCUE, creada para fomentar el uso de los ordenadores dentro del ámbito educativo. Keller defendía firmemente que la informática debía estar presente en las aulas para garantizar el acceso universal a la información, una idea que en aquella época no estaba nada extendida.
Tras su muerte en 1985, la Universidad Clark creó un centro que lleva su nombre y que ofrece un servicio de soporte para estudiantes y profesores que necesiten ayuda con la informática y las telecomunicaciones.
Shirley Ann Jackson
Finalmente, queremos destacar como referente a la física norteamericana Shirley Ann Jackson, que fue la primera mujer afroamericana que se doctoró en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Empezó a destacar en matemáticas y ciencias cuando estaba en el instituto, donde conseguía las mejores notas, y tras cerrar aquella etapa fue acepta en el MIT. Los estudiantes afroamericanos y las mujeres eran una minoría en la famosa universidad; las mujeres afroamericanas matriculadas se podían contar, literalmente, con los dedos de una mano.
Después de graduarse en Física y Ciencias de los Materiales, decidió seguir vinculada al MIT para realizar su tesis doctoral sobre física nuclear y obtuvo el doctorado en 1973. Trabajó durante un corto periodo de tiempo para el CERN, en Ginebra, y posteriormente fue contratada en los Bell Labs, donde durante muchos años se dedicó a la investigación y publicó estudios que con el paso del tiempo darían lugar a invenciones como el teléfono con teclado, el fax o la fibra óptica.
A lo largo de su vida ha estado vinculada a otras universidades como profesora, ha sido presidenta de importantes asociaciones relacionadas con la ciencia y la investigación, ha formado parte de academias, comités y consejos de administración de grandes empresas, y en 2015 el presidente Obama le otorgó la Medalla Nacional de Ciencia de Estados Unidos, que es el máximo reconocimiento por contribuir a avances en los campos de la ciencia o la ingeniería.