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Esta semana en nuestros centros celebramos la primera semana temática de este curso, que estará dedicada a la supercomputación. Los supercomputadores son ordenadores que tienen unas capacidades de cálculo y de procesamiento muy superiores a las de un ordenador común como los que tenemos en casa. Se pueden utilizar para realizar muchas tareas de cálculo en ámbitos muy diferentes, como los pronósticos de meteorología, la química computacional, la mecánica cuántica, simulaciones físicas, entre otras.

En el contexto de pandemia que hemos vivido los últimos dos años, por ejemplo, la supercomputación ha sido muy útil para investigar sobre el coronavirus y las maneras de combatirlo, tanto en la búsqueda de posibles tratamientos (vacunas o fármacos) a través de la bioinformática, como en el uso de la inteligencia artificial para analizar la evolución de la pandemia y la propagación del virus.

El origen de los supercomputadores se encuentra a la década de los 70 y está vinculado al nombre de Seymour Cray y la compañía Control Data Corporation (CDC). El primero de estos ordenadores fue el CDC 6600, que con un rendimiento de 1 megaFLOPS fue el ordenador más rápido del mundo durante cinco años y se utilizó para tareas de investigación en el campo de la energía nuclear. Este rendimiento del CDC 6600 es un buen dato para entender la evolución de la supercomputación en estos 50 años, ya que el rendimiento del supercomputador más potente de la actualidad, Fugaku, es de 415 petaFLOPS.

Entre los múltiples descubrimientos de la aplicación de la supercomputación en los últimos años, queremos destacar también el “Google Maps del universo”: en Australia, un telescopio puntero llamado ASKAP (Australian Square Kilometer Array Pathfinder) y un superordenador han dibujado en tan solo 300 horas el mapa más detallado del universo, 26 terabytes de datos que forman un mapa del 83% del cielo que incluye tres millones de galaxias (un millón de ellas, nunca vistas). El resultado demuestra que es posible realizar este tipo de estudios en un periodo de pocas semanas, en vez de años; además, toda esta información será muy útil para los astrónomos, que gracias al mapa podrán explorar zonas desconocidas y estudiar la formación de les estrellas o la evolución de los agujeros negros.

Si nos fijamos en nuestro entorno más cercano, desde el año 2007 en España existe la RES (Red Española de Supercomputación), una Infraestructura Científica y Técnica Singular (ICTS) formada por diferentes nodos repartidos por la geografía española e interconectados entre si por redes de alta velocidad. Su misión es ofrecer los recursos y servicios necesarios para el desarrollo de proyectos científicos y tecnológicos innovadores y de alta calidad, y actualmente está formada por 16 superordenadores situados en diferentes centros de investigación y universidades españolas.

Dentro de la red que forma la RES tenemos el Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de Supercomputación (BSC), que este otoño estrenó unas nuevas instalaciones de 12.000 m2, donde actualmente se está construyendo una sala para superordenadores que podrá acoger nuevas infraestructuras de más volumen y capacidad, como el futuro MareNostrum 5.

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