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Cada vez más familias se plantean cómo introducir a sus hijos en el mundo de la tecnología. Y no es para menos: vivimos en una sociedad digital en la que entender cómo funciona el código de una app o qué hay detrás de un videojuego es casi tan importante como saber leer o escribir.

Entre todas las opciones, hay dos que destacan por encima del resto: las extraescolares de robótica y las extraescolares de programación. Ambas suenan bien, ambas parecen prometedoras… pero no son lo mismo. ¿Cuál es mejor para tu hijo? ¿Por dónde empezar?

Robótica: lo visible, lo tangible, lo atractivo

La robótica tiene algo mágico: permite a los niños construir con sus manos, conectar piezas, ver cómo algo cobra vida gracias a ellos. Un robot que sigue una línea, que esquiva un objeto, que responde a una orden… Es visual, es dinámico, y no es raro que sea la primera opción que seduce tanto a los niños como a sus padres.

Pero esa magia tiene una trampa: a menudo lo que se ve es solo la punta del iceberg. Muchos cursos de robótica, especialmente los que están pensados para edades tempranas, se centran más en el montaje y la repetición de instrucciones que en el razonamiento real detrás de cada acción.

Y si no hay una base sólida de pensamiento computacional, lo que podría ser una experiencia profunda y creativa se convierte en una actividad superficial. Un robot que se mueve y sigue una línea, sí… pero sin saber realmente por qué lo hace.

Programar: aprender a pensar desde dentro

La programación, en cambio, empieza de otra forma. No hay piezas físicas, ni motores, ni sensores. Lo que hay es algo menos espectacular por fuera, pero mucho más potente por dentro: lógica, estructura, resolución de problemas, creatividad. Programar es entrenar la mente para pensar de manera clara, ordenada y precisa. Es el arte de construir algo de la nada.

Para un niño, empezar a programar no significa enfrentarse a líneas de texto incomprensibles. Significa jugar y dibujar formas mediante código, crear personajes, darles vida, inventar reglas, imaginar mundos e historias. Significa equivocarse, aprender por ensayo y error, y descubrir que pueden hacer que una máquina obedezca sus ideas.

Y lo mejor de todo: se puede hacer desde casa, con un ordenador cualquiera y sin necesidad de que los padres sepan nada de programación.

¿Cuál es mejor para empezar?

Las dos disciplinas son valiosas. Pero si tenemos que hablar de cuál es más adecuada como primer paso, la respuesta es clara: programación. Porque enseña las bases. Porque construye una forma de pensar que luego se puede aplicar a la robótica, al diseño de videojuegos, a la inteligencia artificial o a cualquier otro campo tecnológico.

Empezar por la robótica sin entender cómo funciona la lógica del código es como aprender a usar una calculadora sin saber sumar. Puedes llegar al resultado, sí, pero sin entender el proceso.

En cambio, si un niño aprende a programar primero, cuando llegue a la robótica no solo será capaz de montarla, sino de entenderla, modificarla, personalizarla. Hará suyo el proceso.

Nuestra experiencia: lo que hemos visto en miles de alumnos

En Codelearn llevamos más de diez años ayudando a niños y jóvenes a dar sus primeros pasos en el mundo del código. Y si hay algo que hemos aprendido, es esto: los alumnos que empiezan por la programación desarrollan una autonomía, una capacidad de razonamiento y una confianza que se refleja en todas las áreas de su vida.

Por eso, nuestra metodología se centra principalmente en enseñar a programar y desarrollar el pensamiento computacional, con herramientas adaptadas a cada edad y con el acompañamiento de mentores que guían a cada alumno paso a paso. La robótica llega más adelante, cuando ya pueden entenderla de verdad.

No se trata de elegir una cosa y descartar la otra para siempre. Se trata de elegir bien por dónde empezar.

Conclusión: primero construir la mente, luego el robot

Ambas disciplinas tienen su lugar, pero la programación tiene una ventaja fundamental: se puede aprender en cualquier lugar, sin materiales, y abre la puerta a todo lo demás. Es accesible, profunda, escalable. No depende de un kit, sino de una mente curiosa.

Y eso, al final, es lo más valioso que podemos ofrecerles a nuestros hijos: herramientas que les permitan no solo consumir tecnología, sino entenderla y crearla.

Si tú también crees que tu hijo o hija tiene ese potencial, puedes probarlo sin compromiso hoy mismo. En Codelearn tenemos la matrícula abierta todo el año y podrá probar la actividad de manera gratuita para descubrir si la programación puede acabar convirtiéndose en la extraescolar de su vida. Contacta con tu centro más cercano o prueba la extraescolar online durante 15 días.