El Internet de las Cosas o IoT (por sus siglas en inglés, Internet of Things) es la red formada por todos los objetos físicos y cotidianos (domésticos, industriales, urbanos, vehículos, etc.) que están conectados a Internet y que se pueden conectar entre ellos. Estos objetos se comunican e interactúan entre ellos, es decir, permiten la transmisión y el tratamiento de datos, ya sea con la intervención humana o sin ella. El término surgió en 1999 y actualmente el Internet de las Cosas es uno de los pilares para la 4a Revolución Industrial, junto con otras tecnologías con las que está estrechamente vinculado, como la Inteligencia Artificial, el Big Data o el Machine Learning.
Así pues, el Internet de las Cosas está formado por dispositivos, sensores, redes, datos, máquinas y todas las interacciones que se producen entre ellos. Cada uno de estos elementos juega un papel diferente, pero el objetivo final del IoT es analizar los datos recogidos para tomar decisiones y actuar teniendo en cuenta esta información. Para las empresas es una herramienta muy útil porque permite corregir errores, ser más productivos, reducir costes y mejorar procesos, aplicar cambios en los productos y mejorar la experiencia del usuario, entre otras cosas.
Pero no hace falta ponerse en el lugar de las empresas, también podemos ver ejemplos de situaciones cotidianas que nos permite el Internet de las Cosas en nuestra propia casa. Por ejemplo, hay gente que tiene partes de su hogar conectadas y solo necesita su móvil para poder controlar la temperatura, la iluminación, un sistema de seguridad o la puesta en funcionamiento de dispositivos de audio o vídeo. Del mismo modo, en las ciudades y carreteras hay dispositivos que sirven para controlar el tráfico y nosotros como usuarios podemos utilizar Google Maps para encontrar el lugar que buscamos y saber cuál es la mejor ruta en ese preciso momento. Como os podéis imaginar, pues, hay millones y millones de dispositivos en el mundo capaces de conectarse entre ellos cuyas interacciones forman parte de este concepto intangible que es la IoT.
La importancia de la Ciberseguridad
Evidentemente, toda esta conectividad que busca facilitarnos el día a día también presenta riesgos y muchos retos a nivel de privacidad y seguridad. Es necesario garantizar la protección de una gran cantidad de datos que se transmiten de un dispositivo a otro, la seguridad en los diferentes sistemas de comunicación utilizados (por cable, por WiFi, por Bluetooth, de corta distancia o de larga distancia…), la correcta identificación de cada uno de los dispositivos y los permisos que tienen, el control y el mantenimiento de los dispositivos para asegurar su funcionamiento óptimo y que no sufran ataques, entre otros aspectos de seguridad dentro de un sistema complejo.
Vivimos en un mundo hiperconectado y cada vez habrá más dispositivos que entrarán a formar parte de esta idea llamada Internet de las Cosas. Hace unos años, sabíamos que los ordenadores se podían conectar a Internet, pero no esperábamos tener un robot de cocina capaz de hacerlo y hoy es una realidad. La tendencia seguirá al alza y todos tendremos que convivir cada día más con la tecnología, de manera que es importante entender su funcionamiento, qué ventajas nos ofrece para hacernos la vida más fácil y cuáles son los riesgos que debemos tener en cuenta para disfrutar de ella de un modo seguro. En un mundo que funciona gracias al software, aprender a programar será imprescindible para poder entender gran parte de este mundo.